SECCION MADRID SUR

lunes, 24 de marzo de 2014

Invasión Africana

La preocupación por parte de la sociedad respecto al gravísimo problema que está sufriendo la nación en el último mes, es prácticamente invisible.

La ciudad de Melilla, a pasos agigantados, y en escasas dos semanas, ha adquirido un estado alarmante, de descontrol e invasión. El CETI triplica su capacidad permitida, el ejercito se ha visto obligado a instalar tiendas de campaña para albergar a los invasores, que lejos del arrepentimiento, dan gracias a Dios y son felicitados por los mas "solidarios" e ignorantes españoles que no contemplan el caos que se cierne sobre nuestra nación.


Grupos de cientos de subsaharianos han cruzado impasibles la valla de melilla en las últimas semanas, ignorando las pocas posibilidades de futuro que existen en España y desafiando a las autoridades españolas de manera salvaje y delincuente.


La victimización es su bandera, su color y su ropaje un arma de doble filo que ablanda los corazones de los perfectos anfitriones que aquí les esperan, ajenos, o quizás desinteresados en comprender las consecuencias que supone tal invasión para los intereses y mantenimiento de nuestro país.


Se emiten comunicados, se pide a la Unión Europea 45 millones de Euros para reforzar una valla que hasta hoy es totalmente franqueable y en la que se han malgastado cantidades ingentes de dinero. Y de nuevo y no habiendo aprendido de la experiencia, se vuelve a instalar una valla totalmente inútil, la cual solo necesita de dos hierros curvos que sirvan de agarradera para poder ser sorteada.


Las consecuencias de tal invasión, no sólo son económicas y degenerativas con respecto a la conservación de nuestra raza, sino que el problema desemboca en varios frentes con soluciones no tan simples como nos quieren hacer ver.

Ya hace unos meses, supimos que un subsahariano invasor que pretendía entrar en Melilla, mordió a un Guardia Civil, al cual le fue contagiada hepatitis.

Las últimas declaraciones por parte del gobierno respecto a la salud de los invasores que hace ya un tiempo llegaron a Canarias, es cuanto más dudosa y preocupante. Eligiendo bien sus palabras y no dejando que sus manos se mojen, el gobierno ha intentado despreocupar a los pocos angustiados por la situación, afirmando que "aparentemente llegaron todos en buen estado de salud".

La interpretación analizada de esta frase podemos dirigirla por varios senderos. El primero es claro, ningún invasor ha sido sometido a un reconocimiento exhaustivo que delimite o defina las enfermedades que portan. Y segundo, el adverbio utilizado: "aparentemente", excluye y deja en entredicho la certeza y exactitud de tal valoración. En definitiva, si el silencio hubiese sido la herramienta del gobierno, el efecto habría sido el mismo, palabras vacías y engañosas, que una vez más intentan poner en duda nuestro coeficiente de inteligencia.


El Servicio Sanitario Central de la Policía en Canarias, haciendo su trabajo en la medida de lo posible, ya afirmó en 2011 que las analíticas de mil de los llegados a las islas eran totalmente alarmantes, un 30% de los subsaharianos padecían enfermedades como sida, sífilis, enfermedades tropicales, tuberculosis y hepatitis B y C.

Según los agentes, hace ya tiempo que se vienen haciendo tales analíticas, realizadas por centros privados a los que la mayoría de los españoles no pueden acceder. Afirman que cada analítica realizada supone un coste de 25 euros.

Es simple realizar el cálculo de la cantidad de dinero gastada para preservar la salud de tales sujetos que nada mas arribar del cayuco gozan de mas privilegios que cualquier ciudadano español.

Desde luego, si los rumores con respecto al futuro paradero de los extranjeros ilegales es cierto, el cual se basa en la puesta en libertad, nocturna y ocultada a ojos de la sociedad, en ciudades como Cataluña y Madrid, los desencadenantes pueden ser dantescos en lo que se refiere a la seguridad y la integridad de los españoles.

Enfermedades ya abolidas y subsanadas en nuestro continente vuelven a la carga portadas por inmigrantes ilegales que una vez mas y como se viene haciendo desde el principio de tal invasión, son protegidos y victimizados, como si de seres irracionales e indefensos sin la capacidad de subsistir sin el hombre se tratase.


Los derechos de los nacidos en España se minimizan cuando se trata de albergar a ilegales, cuando sus naciones se desentienden de su manutención y ponen de manera obligada en nuestras manos su futuro.

Nosotros no tenemos derechos, solo obligaciones. Una opresión por parte del gobierno hacia los españoles, a consentir y acarrear con la corrupción africana, cuando tal cometido no es más que la responsabilidad de autoridades y gobiernos que deben poner límites, normas y negociaciones encima de la mesa que preserven los derechos y el territorio de los españoles, para evitar tal invasión en la cual, buscando la positividad, desembocara en una lucha de razas y de territorio que llevará a los españoles sin orgullo ni amor patrio, a luchar por su herencia nacional, familia y derechos de sangre.


¿No hay mal que por bien no venga?

 ¡ ADELANTE POR ESPAÑA!

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